I found myself crossing the sea
inside a bus that sat on some sort of transportation device. The water was calm
and green and my best friend was at my side, her blonde hair still, her face
serious and in a matter of seconds the sea was gone and we found ourselves at
the foot of a red mountain with stairway shaped markings that went up and up
into oblivion. My friend was ahead of carrying bags of all shapes and sizes on
both her hands and back. She asked me to follow and I happily went to her, but as
I reached the first step I knew then that I could not follow, I could not go up
with my friend or anyone else; the weight was too great, so great that it did
not let me breathe every time I tried.
Just when I had thought I would
be stuck and eventually die in this desert, a red truck appeared, carrying an
enormous dusty cloud behind it and I climbed on it to make my way into town, no
bags on my hands or back. I got off at Irarrazaval and my classmates from
school were at my side, all heading towards the same goal and direction,
walking steadily with a fixed stare looking forward. Suddenly, men and women
with thousands of coupons came at us, offering us deals and many things, I kept
walking and I came to notice that many of my classmates got left behind trying
to pick up the coupons and I only had two classmates at my side: Daniela and
Fernanda, water and earth.We now entered a building, snail shaped on the
inside, with spirals that went up and down. Three men were following us and they
took my classmates one by one until I was left alone. I left the building,
crossed the street, hoping to escape from the suspect that followed me and as I
was crossing, he appeared behind me, grabbed my left breast, as if hoping for
me to reciprocate, but I only stared at him perplexed, confused; he
disappeared.
It was then when I saw my father,
smiling and beckoning me to follow him. He wasn’t supposed to be in town, let
alone the country, but there he was, and searing pain pierced my heart as I realized
that all had been a lie and he had never left at all. He took me to a place
where a building was being erected and he showed me the way in so that I may
pass. The base of the building was far too large for the construction itself
and was made of unstable wood instead of the concrete that the rest had been
made of, and as I looked around I saw a small house being secretly constructed
at the feet of the structure and there I understood it all.
As I looked at my father he no
longer seemed the same, he was taller and with a proud grin that disfigured his
face, his chest stained white. In my anger, I tried to yell and shout, but I
could not for I was mute. Not a single note and for that I cried, and those
that worked with him with their black tie suits came towards me, laughing
loudly as I suffocated in silence, mocking me they stood calling me an idiot
for having been so blind of it all, but what pained me the most was my father
joining their malignant game. She yelled at me the loudest; she laughed the
loudest and rejoiced in my confusion. I woke up in tears, gasping for air, and
all my existence felt nothing but pain, utter and complete pain. What else
could I have asked for that morning?
Me
encontraba cruzando el mar dentro de un bus que estaba encima de un
transportador. El agua estaba tranquila y verde con mi mejor amiga a mi lado,
su pelo rubio quieto y su cara seria y en segundos desapareció el mar y nos
encontramos de pie frente una montaña roja con forma de escalones que subían y
subían hasta desaparecer. Mi amiga estaba delante de mí con bolsos y bolsos en
sus manos y espalda. Me pidió que le siguiera y felizmente intente pero al
llegar al primer escalón divisé que no podía seguir, no podía subir con mi
amiga ni los demás. El peso era mucho, tan grande que no me dejaba respirar al
intentarlo.
Entonces,
habiendo pensado que me quedaría en el desierto hasta morir, apareció una
camioneta roja, levantando una inmensa nube de polvo, y en ella me subí hasta
encontrarme en la ciudad. Esta vez caminaba por Irarrázaval con mis compañeros
de colegio a mi lado. Todos teníamos la misma meta y caminábamos con ritmo
constante y mirada fija. Hasta que aparecieron personas con trajes de trabajo
ofreciendo cupones de centenares de cosas. Muchos de mis compañeros se quedaron
atrás recogiéndolos pero yo seguía adelante con dos compañeras a mi lado. Daniela
y Fernanda, agua y tierra. De repente entramos a un edificio, un caracol, a
través de unas escaleras mecánicas. Nos seguían tres tipos, cada uno a una de
nosotras y se llevaron a mis compañeras hasta que quedé sola y salí del edificio
decidida a cruzar la calle y escapar del sujeto sospechoso. Al estar cruzando,
el joven apareció por atrás y agarró mi seno izquierdo esperando que
reaccionara. Le miré confundida y luego desapareció.
Fue
entonces cuando vi a mi padre caminando a mi lado, sonriéndome e invitándome a
seguirle. Se supone que el no estaba en el país y la pena recorrió mi cuerpo al
pensar que todo este tiempo era todo una mentira y que siempre estuvo aquí. Me
llevó frente a un lugar donde se estaba construyendo un edificio y me señaló
para que entrara a mirar el progreso. La base del edificio que estaba planeado
para ser muy grande estaba construida de madera y al mirar alrededor noté que
había construido una casa pequeña escondida y pronto entendí todo.
Al
mirarle nuevamente mi padre había crecido en tamaño y su cara se desfiguró en
una gran sonrisa al levantar orgullosamente su pecho manchando y blanco y
enojada le gritaba pero mi voz desaparecía. No salía mi voz y lloraba. La gente
que le ayudaba con su trabajo, vestidos formalmente de negro, se reían de mi.
Carcajadas malignas y gritándome que era una idiota por ser tan ciega, por no
darme cuenta de todo y, dolorosamente, mi padre reía. Ella me gritaba más que
nadie, se reía más que nadie y gozaba de mi confusión. Pronto el sueño
desapareció y desperté sollozando, sin poder respirar y todo mi sentir se
concentraba en una sola cosa: dolor, dolor y dolor. ¿Qué más se podía pedir
para despertar en la mañana? Una mañana de navidad.